A niveles más profundos encontramos un cambio en nuestros hábitos de alimentación, de pensamientos, las palabra; lo que resultaba una adicción como el cigarrillo, el alcohol, la misma carne o bebidas, lentamente se va transformando y adquirimos un gusto especial por la vida sencilla. Aprendemos como los niños a sentarnos en el suelo, a caminar descalzos e incluso a pararnos sobre la cabeza...
Practicar yoga ya no es un ejercicio realizado por los hippies, ha tocado las puertas de todos y todas, ha ingresado a los colegios, porque como es sabido ayuda a la concentración, memoria, al buen desarrollo de la personalidad. Es practicado por las personas de tercera edad, porque en el encuentran un buen método de seguir estirando sus frágiles cuerpos, con alegría y entusiasmo.
La práctica de yoga tiene un comienzo mas no un fin, como la vida misma, somos eternos sirvientes de Dios.
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